Quienes tenemos la posibilidad de convivir con niños, o de pasar un buen rato con ellos aunque más no sea aisladamente, sabemos que imitarnos es una de sus actividades favoritas. De seguro lo hacíamos nosotros de pequeños: amasar plastilina como si fuera el pan de la abuela, servir el té imaginario como mamá, y hasta preparar un asado de juguete como padres y tíos. Y no siempre nos bastaba con simular: en ocasiones, nos presentábamos en la cocina listos y convencidos de que podíamos ayudar.
Pasar un buen momento en la cocina con nuestros hijos, sobrinos o pequeños conocidos es algo invaluable. Aunque solemos considerarlos distraídos y poco aplicados, los jovencitos pueden sorprendernos en ocasiones con una actitud decidida y tenaz, casi testaruda. Pueden dedicarse a una tarea con toda su energía, y aprender mucho de la experiencia.
Por eso, sin más preámbulos, ofrecemos a continuación algunas recetas sencillas y divertidas, que nos harán sentir como niños nuevamente, y que podemos compartir con los más jóvenes de la casa.
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